Tenemos recuerdos de la Torre, de La fuente Lagar, de la Vieja Escuela, de La Iglesia, de La Era, de tantos y tantos lugares emblemáticos de ese pequeño pueblo de la provincia de Zamora.
Muchos de nosotros sólo nos vemos una vez al año allí, generalmente en el mes de agosto.
Con el paso de los años hemos podido encontrarnos fuera de ese entorno, en nuestras ciudades de residencia habitual.
Han ido pasando los años y seguimos en contacto y nos seguimos reuniendo cuando llega el verano.
Ya no son veranos eternos de 2 meses, pero seguimos acudiendo algunos días al pueblo donde nacieron nuestros padres y nuestros abuelos.
Y quizá dentro de unos años, cuando ya estemos jubilados volvamos a pasar temporadas largas en Mámoles, disfrutando de una tranquilidad difícil de encontrar en otros lugares.
Siempre nos quedará Mámoles.
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